Personas cloacales.
Hieden, no importa cuán adineradas y educadas sean, a qué clase social o cordón del conurbano pertenezcan o qué tipo de vestimenta usen. Las hay profesionales y villeras sin distinción. Pueden ser mucamas tanto como señoras que separan su sobrecito mensual titulado “Tomy” (o el nombre del taxiboy que esté de turno). Los hay médicos, corredores de bolsa y también cartoneros u operarios.
El problema de la persona cloacal es que expande tanto su propio universo, que lo público y lo privado son una misma cosa. Así, puede llevar sin tapujos una telaraña de cera en la oreja perfectamente combinada con una corbata italiana, lucir una barba exageradamente pinchuda aunque se haya depilado a la perfección las piernas para estrenar su pollera. De la misma manera, son capaces de derretir las pestañas con el aliento a vientomarcianodesconocido con la mejor cara de bueno y te pueden llevar a una reunión empresarial portando una escultura de moco en el bigote.
Así son, a prueba de toda moronera que pueda remediarlas. No conocen los pozos ciegos porque suelen vivir en ellos y, como refiere la frase, ignoran que allí están pues la ceguera les impide ver a su entorno.
3 Comments:
la conjura de los necios.
me siento identificada....
Anita: a vos intento mandarte la "moronera"
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