¿Por qué viniste a mi?
¿Qué tenés para decirme que no puedas anticipar en la primera línea?
Me mata la ansiedad de transcurrirte, a sabiendas de que luego será la nostalgia con quien tenga que luchar por haberte descubierto. Me sumerjo en tu historia con obediencia y dedicación, como quien desconoce el terreno que pisa. Como quien puede retroceder sobre sus pasos pero no calcular los venideros.
Encima, tenés la osadía –y el poder- de ponerte en mis manos, obligándome a llegar hasta el final, con el carácter extorsivo de quien guarda un secreto…
hasta la última página.